jueves, 21 noviembre 2024

Diagnóstico de la Educación Superior en el Perú ante la emergencia del Covid 19

Sumándonos al esfuerzo de re-pensar la forma del servicio educativo del país , hacemos llegar un primer documento que recoge nuestras reflexiones en torno a la coyuntura y propone recomendaciones para superar esta crisis y caminar juntos hacia la reactivación de la economía nacional.

07 de abril 2020

El presente documento, ha sido elaborado por la Comisión Técnica del Grupo de Iniciativas para la Calidad de la Educación Superior – GICES y recoge los resultados de una búsqueda de información general relacionada con la crisis de salud pública que afecta en este momento al mundo y que, en el Perú, ha determinado la emisión de una serie de dispositivos legales que declaran la situación de emergencia nacional y el aislamiento social obligatorio.

La coyuntura es urgente, cambiante e impredecible, razón por la cual sentimos que no podemos darnos el lujo de invertir demasiado tiempo en la elaboración de un estado del arte exhaustivo sobre el tema, como hubiera sido propio de nuestra organización. Por el contrario, la Comisión Técnica considera que la situación amerita apurar nuestros esfuerzos por repensar la educación nacional.

Nuestro texto recoge información de algunas fuentes secundarias, serias y confiables, que nos han servido de inspiración para el debate interno y la producción de una lista de recomendaciones que apenas inicia, pero que consideramos importante compartir de inmediato con aquellos actores estratégicos que tienen la responsabilidad de enfrentar esta trascendental circunstancia y tomar decisiones oportunas que, sin duda alguna, definirán drásticamente, el futuro de nuestro país.

El COVID19 nos ha causado grandes estragos, tal vez los más grandes y profundos de la historia de la República del Perú, pero justamente por ello los profesionales comprometidos con el cambio y la mejora continua, no podemos permitir que esta crisis pase sin dejar una huella indeleble que evidencia nuestra capacidad de reinventarnos y aprender de nuestras dificultades.

Toda crisis es una oportunidad para crecer. Los docentes de las instituciones de educación superior se han abocado, en los últimos días, casi de manera desenfrenada a la realización de actividades de aprendizaje para el desarrollo de habilidades para la educación a distancia. Su compromiso es dar continuidad a la educación nacional sin poner en riesgo la salud pública y esa es una meta loable pero coyuntural que nosotros consideramos que se debe capitalizar.

Con este documento, el GICES retoma sus actividades de incidencia en los decidores de política, en un momento difícil pero que estamos seguros será muy bien aprovechado por nuestras autoridades y por toda la comunidad educativa y la ciudadanía en general. Esa es nuestra esperanza, nuestro compromiso y nuestra motivación.

Reflexiones en torno al contexto actual

El COVID-19 amenaza con cambiar nuestra forma de vida a nivel global, si bien su letalidad es baja y se focaliza principalmente sobre personas mayores de 60 o con alguna condición médica preexistente, su patrón de dispersión caracterizado por un prolongado periodo de incubación de hasta 14 días y el contagio que provocan los infectados asintomáticos la han convertido en la pandemia más importante desde la gripe española que azotó al mundo en 1918.

Los antecedentes del manejo de las pandemias indican que cuando un porcentaje suficiente de la población se vuelve resistente a un microorganismo, su propagación se detiene de manera natural, al no haber suficientes personas capaces de transmitirlo, es lo que se conoce como inmunidad de colectiva o de “rebaño”.

Para llegar a esa situación, los países vienen aplicando dos estrategias:

La de mitigación, planteada por USA, Brasil, México e inicialmente por UK, que busca ralentizar, pero no detener la propagación de la epidemia, y la de supresión de la transmisión o aislamiento desarrollada en China y que intentan ahora en España e Italia, por su parte el Perú ha tomado , medidas drásticas de encierro en los hogares y el ejército en las calles.

De mantenerse la primera opción, tratando de mitigar el avance de la enfermedad - solo evitando grandes concentraciones pero manteniendo las actividades usuales en las ciudades- los resultados pueden ser desastrosos, ya que muchas personas se enfermarían gravemente en cantidades que harían colapsar los servicios hospitalarios y devenir en una altísima mortandad. Mientras que la estrategia del aislamiento forzoso, también apunta a conseguir la inmunidad colectiva, pero disminuyendo más aún la velocidad de propagación para mantener la estabilidad de los sistemas sanitarios y salvar vidas

Lamentablemente, mientras existan en el mundo personas portadoras del virus, la epidemia puede rebrotar si no se mantienen controles estrictos. Como lo señala un informe de investigadores del Imperial College de Londres, cada vez que aparezcan rebrotes y antes que se vuelvan a saturar las unidades de cuidado intensivo, se tendrían que retomar las medidas de distanciamiento social. En el modelo que han desarrollado concluyen que el aislamiento social y cierre de instituciones educativas debería producirse aproximadamente dos tercios del tiempo, es decir, un mes de aislamiento y dos meses de libre tránsito, hasta que se pueda disponer de una vacuna, algo que no se espera antes del 2021.

Hay otras alternativas como la promovida por el premio Nobel de Economía Paul Romer, quien advierte del peligro de inmovilizar la economía por tan prolongado tiempo, y sugiere avocarse a una rápida producción de tests de chequeo y elementos de protección, que permitan que las actividades económicas se desarrollen pero manteniendo un monitoreo constante sobre toda la población, aplicando los test de control y llevando a aislamiento solo a aquellos que se detecten contagiados. Este aislamiento selectivo sobre la base de controles regulares y frecuentes mantendría controlada la infección, sin violar la privacidad ni obligar a toda la población a estar confinada, solo a aquellos que dieron positivo. Claro que esta última opción requerirá de un alto grado de conciencia ciudadana, lo que no es fácil de encontrar en todas las sociedades.

En cualquiera de las alternativas que se tome para detener la pandemia del corona virus, tendremos que cambiar drásticamente la forma como veníamos haciendo las cosas: como comprábamos, cómo hacíamos deporte, como controlábamos nuestra salud, como trabajábamos, cómo enseñábamos.

También queda claro, que las medidas que tomemos irán disminuyendo los efectos sobre la salud pública conforme pasa el tiempo, pero a la vez, se irán amplificando los efectos negativos sobre la actividad económica, en lo que ya algunos prevén será solo comparable a la Gran Depresión de los años Treinta en el siglo pasado.

No se trata pues, de una alteración temporal, se trata del inicio de una forma de vida completamente diferente, que afectará drásticamente a muchas industrias y en especial a la producción de servicios como el turismo, transporte aéreo y terrestre, manufacturas no esenciales, construcción, servicios financieros y por supuesto la educación.

La educación no presencial

El gobierno ha emitido Resolución del Consejo Directivo Nº039-2020-SUNEDU-CD aprobó criterios para la supervisión de la adaptación de la educación no presencial, con carácter excepcional, de las asignaturas por parte de las universidades y escuelas de posgrado como consecuencia de medidas para prevenir y controlar el COVID-19.

Es entonces conveniente analizar cuál es el status de la educación a distancia, primero en el mundo:

La educación a distancia es una forma de enseñanza que tiene larga data en el mundo, e implica que los estudiantes no requieren de asistir físicamente a un lugar de estudios. Se han usado diversos medios y estrategias, radio, televisión, correo postal, electrónico y la Internet a través de plataformas de soporte y almacenamiento de datos.

Se considera que una buena aplicación de esta modalidad no se limita a presentar videos en una pantalla, sino en cuestionar frecuentemente a los estudiantes para que se involucren, facilitar su comprensión y asegurar la retención de contenidos. Varias de las usuales labores del docente, como corregir exámenes, pueden ser automatizadas, y es especialmente valiosa la posibilidad de tutorar el aprendizaje permanentemente, estando disponible para cada alumno en el momento que lo necesite. Así mismo, la computación en nube permite poner a disposición de los alumnos grandes cantidades de información, y usar softwares que permitan analizar el comportamiento de los estudiantes durante las clases para verificar la comprensión de las materias y detectar estilos de aprendizaje, que permitan ir refinando las estrategias de enseñanza y creando entornos que se adecuen a las necesidades de cada alumno.

Pero la educación a distancia también se ha revolucionado en los últimos años, pues antes era realizada sobre un número limitado de estudiantes en estructuras muy acotadas y diseñadas para la interacción directa de los estudiantes con un profesor, ahora la educación no presencial está dominada por los MOOCs.

Sebastian Thurn, docente de la universidad de Stanford, fundó en el 2011 Udacity , la primera gran plataforma de las denominadas MOOC por sus siglas en inglés Massive Open Online Courses. El éxito que tuvo fue inmediato, a tal punto que lo llevaron a afirmar que gracias a la educación virtual en cincuenta años, solo existirían 10 instituciones de educación superior, a las cuales se conectarían todos los estudiantes del mundo.

Un año después, apareció Coursera, también con docentes de Standford y apoyados en universidades como Duke, Penn, Imperial College. En menos de un año ya tenia 1.7 millones de estudiantes, le siguió la plataforma edX con universidades como Princeton, Penn, Michigan, MIT, Harvard y Berkeley.

Actualmente Coursera tiene 30 millones de usuarios, edX 14 millones, XuetangX 9.3 millones, Udacity 8 millones y FutureLearn 7.1 millones , le siguen cerca de treinta plataformas MOOC con más de 11,000 cursos elaborados por 900 universidades, según datos publicados por Class Centra, un motor de búsqueda especializado en educación en línea, que ha detectado más de 100 millones de usuarios inscritos en plataformas MOOC.

En un inicio, se notaba que solo el 10 % de los estudiantes inscritos llegaba a culminar los cursos; tal vez, porque inicialmente eran completamente gratuitos y esto no incentivaba que se les tome muy en serio. Pero los MOOCs han ido evolucionando y han generado una forma de acreditar el conocimiento que imparten a través de medallas encriptadas, que cada vez se ven más en Linkedin sustentando en las hojas de vida ciertas habilidades conseguidas en estas plataformas. Esta manera de certificar las competencias adquiridas es también una efectiva forma de generar ingresos para las universidades, pues si bien los cursos siguen siendo gratuitos, la certificación es pagada.

Es destacable también la relevancia que los cursos MOOC tienen en países como India y China, donde los estudiantes están muy ávidos de cursos altamente técnicos y en donde la educación tradicional no ha podido cubrir la gran demanda. En primera instancia los estudiantes de esos países aplican directamente a universidades americanas tratando de enrolarse como estudiantes regulares, pero la tasa de aceptación es relativamente baja, cada año 750,000 estudiantes chinos intentan matricularse en universidades estadounidense y menos de 20 000 son aceptados. Algo similar ocurre con los estudiantes de India, y los estudiantes han encontrado una alternativa en la educación no presencial.

En Estados Unidos y Europa, los MOOCs no han desplazado a los programas tradicionales, en esos países los estudiantes se orientan por aprender más sobre temas de historia, psicología y cursos de habilidades blandas, pero en India es muy diferente, así por ejemplo 8 de los 10 cursos más populares de Coursera son altamente técnicos. (Incluso los dos cursos no técnicos están diseñados para competir : Aprendiendo a aprender e Introducción a las Técnicas de Hablar en Público). Y son las competencias obtenidas en estos cursos que les están permitiendo insertarse laboralmente y demostrar alto nivel de desempeño en áreas de ingeniería tan especializadas como el diseño e inspección de los chips que luego se instalan en los servidores de Dell, Facebook o Cisco.

Situación de la educación no presencial en el Perú.

La totalidad de las universidades, disponen de plataformas virtuales, usadas como sistema de comunicación, apoyo a la gestión administrativa y académica como repositorio de clases dictadas y material didáctico.

Varias universidades privadas toman a la educación a distancia como una alternativa para suplir las clases presenciales y en modalidades que denominan “clases espejo” o “live”, donde de manera sincrónica los alumnos se conectan con las clases de docentes que se ubican en otras sedes u otras universidades.

Especialmente las escuelas de posgrado ya habían adoptado la educación a distancia como un complemento a las clases presenciales, adoptando esquemas como aula invertida “flipped” donde el alumno aprende de manera autónoma contenidos, de acuerdo a la secuencia señalada en el sillabus del curso, y luego de manera regular se reúne presencialmente para discutir y profundizar en los temas interactuando con el docente y sus compañeros. En otros casos, la educación denominada semipresencial desarrolla casi la totalidad de los cursos a distancia pero con el apoyo de algunas sesiones de tutoría presencial programadas con antelación.

Desafortunadamente, las primeras ofertas educativas a distancia ofrecidas por universidades privadas se focalizaron en estudiantes que a la vez trabajaban y que disponían de pocos recursos para terminar sus estudios inconclusos de pregrado. Llevando a crear desconfianza sobre la calidad que ofrecían, tal es así que la misma Ley universitaria presume que su uso excesivo atentaría contra la calidad del servicio. Pruebas de esta presunción es que la Ley 30220 menciona en su artículo 47, referente a la educación a distancia, que los programas deben en pregrado, ofrecer la misma calidad que la impartida a nivel presencial y no pueden superar el 50 % de créditos de la carrera; en cuanto a las maestrías y doctorados, solo se señala que su dictado no puede realizarse completamente bajo esa modalidad.

Es más, también en la Ley, se interpreta que la formación de postgrado a distancia no es de calidad, porque si un docente universitario desea ascender a profesor principal o aspira a un cargo de decano o rector (artículo 83, inciso 1; artículo 69, inciso 3; y articulo 6, inciso 3, respectivamente) tiene como requisito explícito haber alcanzado su grado de master o doctor con estudios presenciales.

Ante las directivas del gobierno de adoptar la educación no presencial, la actitud de la mayoría de universidades es tomarla como una medida transitoria para pasar la crisis, es así que el rector Iván Rodriguez presidente de Asup, manifestó que el licenciamiento obtenido por las universidades es por el sistema presencial y que las universidades que están desarrollando programas de forma virtual lo hacen solo por esta contingencia.

Tenemos una gran oportunidad

EL problema de la implantación de Educación virtual en las universidades del Perú va más allá del equipamiento y la infraestructura, también incluye la capacitación a los docentes sobre el uso de la tecnología y las comunicaciones que permita desarrollar en los maestros competencias digitales. Marcovitch, precisa que “...ante la revolución tecnológica, la universidad se comporta como cualquier otra organización de nuestro tiempo. No puede ignorarla y dejar de aprovechar todos sus beneficios. Evidentemente, como centro crítico y cuestionador por naturaleza, la universidad jamás será una usuaria incondicional de las oportunidades creadas por la tecnología, pero desconocerla o dejar de aprovecharla, cuando se hace necesario, es absolutamente imperdonable” (como se citó en Prendez, Gutierrez y Martinez, p.3, 2018).

La educación virtual, podría implementarse de manera paulatina en los programas de estudio, pero solo en aquellas disciplinas que no requieran de espacios físicos. Al respecto, Alvarez(2011), propone una cultura universitaria relacionadas con el aprendizaje, la investigación y el uso de las tecnologías de la información y comunicación como parte del aprendizaje permanente de los docentes.

Para bien o para mal, la fuerza desestabilizadora de la crisis por el COVID 19 ha tocado las puertas de las universidades y las obliga a asumir retos que van mucho más allá de lo solamente tecnológico.

Un gran beneficio de la educación a distancia es que satisface las necesidades de los estudiantes que de otro modo no podrían asistir a clases presenciales, debido a las restricciones de distancia o de tiempo. Uno de los mayores beneficios de la educación a distancia es pues la flexibilidad, y otro la disminución de los costos en función a la escala en que se opere.

Esta última característica resulta muy relevante para la situación actual del sistema universitario en el país.

En el momento de la crisis, la educación universitaria en Perú, se encontraba finalizando un proceso de licenciamiento. A inicios de este año, 91 universidades contaban con licenciamiento, pero SUNEDU había denegado el licenciamiento a 43 universidades (el 32% del total) - 42 privados y uno público -y dejó afectados a más de 170,000 alumnos que en el lapso de dos años tendrían que concluir sus estudios (aproximadamente el 40%) o trasladarse a otras instituciones que estuvieran licenciadas. Adicionalmente, la ubicación física de las universidades también se afectó, seis universidades públicas licenciadas dejaron de utilizar 64 locales y nueve universidades privadas hicieron lo mismo con 117 sedes en los que venían dictando clases.

Al margen de las urgencias que ha generado la emergencia por el COVID19, nuestro país ya venía desarrollando una importante transformación de su sistema de educación superior con la implementación de una barrera de entrada y mantenimiento en el servicio solo de aquellas instituciones que obtuvieran el licenciamiento, ya sea a cargo de SUNEDU o del MINEDU. Ese proceso ya estaba suscitando interrogantes importantes tales como:

¿Cómo reubicar a tantos alumnos en el sistema, bajo condiciones de calidad? ¿Ampliar la oferta de las universidades licenciadas a través de la educación no presencial puede ser una buena alternativa?

Ahora ante la crisis sanitaria y el aislamiento social obligatorio, no podemos evitar preguntar: ¿será la última pandemia ? seguro que no, y aún tenemos otros fenómenos naturales que nos pueden afectar, como sismos. Incluso la sola recuperación económica en el país, nos volvería a enfrentar al caótico sistema de transporte y tráfico vehicular, que dificultan la asistencia puntual de los estudiantes de postgrado, especialmente considerando que casi todos trabajan y estudian de manera paralela. La eliminación del costo por desplazamiento y la optimización del recurso tiempo, que trae consigo la educación a distancia, puede ser otra bondad que nos invite a considerarla como una medida que debería continuar.

Todas las mencionadas, son razones para buscar estrategias de enseñanza aprendizaje que minimicen la asistencia presencial al campus universitario. Pero, además la enseñanza no presencial ha demostrado otras grandes ventajas.

En las clases tradicionales, especialmente en las ciencias e ingeniería, el docente no puede percatarse del avance de los alumnos hasta que los somete a exámenes, mientras que por la educación no presencial es posible disponer de esta información, incluso antes del término de unas clases y poder realizar correctivos.

Existen muchas experiencias, como las investigaciones de la Universidad de Carnegie Mellon, que demuestran claramente que esquemas como las aulas invertidas permiten conseguir un rendimiento comparable con el que se consigue con las clases tradicionales, pero en menor tiempo y con menos desplazamientos de estudiantes y docentes a los campus universitarios.

De adoptarse extensivamente los esquemas no presenciales de enseñanza, tenemos claro que los estudiantes se acostumbrarán muy fácilmente, las administraciones notarán que se consiguen grandes ahorros, pero el mayor problema radica en los de los docentes, quienes tendrán que mejorar sus conocimientos en el uso de la tecnología digital y muchos de ellos que nunca la utilizaron tendrán que asumir su propia transformación.

El COVID-19 nos obliga a ingresar a una fase de expansión del conocimiento sobre la base de la Internet y el manejo de cantidades masivas de datos (Big data ) recursos de aprendizaje, sistemas de evaluación automatizados y apoyos académicos virtuales tanto sincrónicos como asincrónicos, en redes presenciales y también a través de sistemas automatizados apoyados en inteligencia artificial.

Seguro que ahora es el momento para que la educación no presencial reciba un impulso que le permita consolidarse en la oferta educativa y las instituciones que sepan asumir la educación no presencial más allá de solo permitir la continuidad de la enseñanza aprovechando esta crisis como una oportunidad de transformar la educación, tendrán luego un mejor posicionamiento en el ámbito educativo.

Quedará aún como tarea pendiente ir más allá de las formas en que entregamos el servicio educativo y debatir el futuro de la educación y de la universidad, para los próximo 15 a 20 años, ¿con base en a interrogantes como: 1)¿ Cuál es el futuro de los académicos? 2) ¿Cuál es el futuro deseable del estudiante universitario? 3) Cuál es el futuro deseable del modelo educativo 4) Cuál es el futuro deseable de la organización institucional 5) Cuál es el futuro deseable del proyecto social de Universidad 6) Cuál es el futuro deseable de las profesiones 7) Cuál es el futuro deseable del financiamiento de la Universidad y 8) Cuál es el futuro deseable del Gobierno de la Universidad? en la perspectiva de los nuevos escenarios y roles que debemos desempeñar.

Construir una visión de futuro de la Educación Superior, implicará para todos nosotros un ejercicio colectivo de inteligencia y de responsabilidad, ya que siempre es un riesgo moverse entre lo posible y lo deseable; donde se deba considerar la evolución de la propia universidad y del sistema de educación superior como un todo, ya que la educación superior es un elemento estratégico en muchos de los frentes de desarrollo del país.

Nos encontramos en plena crisis y aún no nos hemos terminado de adaptar, las medidas gubernamentales nos ha tomado de improviso a todos con procesos en marcha y políticas en construcción. Independientemente de la emergencia el sector ya se encontraba en un momento de cambio con instrumento de política en construcción, tales como el PEN, la política de educación superior y técnico productiva y el Marco nacional de Cualificaciones. Una recién derogada Política de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Universitaria que sin duda deberá ser reemplazada por una nueva Política de aseguramiento de la calidad para toda la educación superior.

Los procesos de licenciamiento, como ya se dijo, han quedado truncos y los de acreditación del año 2020 estaban próximos a iniciar, pero los responsables de estos procesos tienen la responsabilidad de proyectarse y evaluar cómo las medidas dadas por el COVID19 pueden haber afectado su funcionalidad.

El tratamiento excepcional de la educación a distancia, como una medida transitoria es una alternativa ¿pero es lo que más le conviene al país?. Creemos que no, y ello implicaría consolidar los cambios que las universidades e instituciones de educación superior vienen haciendo para afrontar la crisis, pero que solo podrán institucionalizarse si se hace una revisión profunda de nuestra normatividad actual (ley universitaria, condiciones básicas de calidad, entre otros).

Desde el GICES recomendamos no dejar pasar esta oportunidad para:
  • Fortalecer los mecanismos de supervisión de la educación a distancia de forma tal que elimine toda duda respecto a su calidad
  • Emitir normas que reconozcan y promuevan el fortalecimiento de las capacidades tecnológicas de los docentes como factor indispensable para la implementación de una educación a distancia efectiva que logre el desarrollo del perfil de egreso en los estudiantes de nuestro país.
  • Promover que las instituciones de educación superior generen espacios nacionales e internacionales, de intercambio y fortalecimiento tecnológico y pedagógico asociado a esta nueva modalidad educativa, para acortar las brechas de manera acelerada capitalizando las lecciones aprendidas en otras latitudes.
  • Modificar las condiciones básicas de calidad para que permitan evaluar la educación a distancia brindando a la ciudadanía de garantías, respecto a su pertinencia y confiabilidad.
  • Realizar las modificaciones a la normativa para que los esfuerzos realizados por las instituciones educativas para atender la coyuntura puedan ser capitalizados en una oferta regular a distancia como herramienta de modernización e inclusión social.
  • Elaborar estándares de calidad para la educación a distancia, que complementen a las condiciones básica y brinden seguridad y garantías para toda la sociedad.
Asimismo, en el corto plazo, consideramos que los procesos de licenciamiento y acreditación deben ser revisados para que respondan de manera realista y constructiva al fortalecimiento de las instituciones de educación superior, que se encuentran en una etapa de crisis profunda e inédita, evitando así el desperdicio de recursos en actividades de evaluación o supervisión de procesos pedagógicos y de gestión que han sido modificados por la crisis, no de manera temporal sino más bien definitiva.

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